miércoles, 9 de marzo de 2011

Un cuento de mi nuevo libro (porsupuesto que ya esta inscripto en derechos de autor)

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Los secretos del show

    Y si se trata del amor en una manera inmediata, se me ocurre, que los grandes amores, suelen sufrir aguardo; pero las sensaciones, casi en todos sus casos, no soportan espera.
     Se acostaron en la alfombra. Se debatían entre cuerpos y emociones, como si en una balanza hubiese, de un lado, un nudo de carnes y huesos llenos de sangre caliente y vapores de sudor saliva y lágrimas; y, del otro lado de la balanza, dos corazones que humeaban al son del acto urgente y necesario. Toda carne, todo ardor, y eso que llaman amor. Se debatía la balanza, sobre la alfombra purpúrea, entre aquella pasión que debía sufrir una espera irreversible, y lo que urgía en ese momento.

    Hacía unos meses que anunciaban que vendría a instalarse una producción de “puro erotismo: con la actuación de Boomerang”.
    Esto tenía a todos los amantes de la noche que no encontraban más diversión que ir “siempre al mismo cabaret a ver las mismas mujeres”, como decían ellos, en una situación de verdadero desconcierto y espera. No se los veía hacer mayores gastos en la sala de sexo. Los que solían verse de madrugada volver abrazados a sus casas, habían desaparecido como por arte de magia. En esta desolación de calles empedradas y farolas descompuestas, se estaba empezando a notar la acefalía nocturna. Todos estaban como en una situación inanimada, como invernando. Era extraño.
    Hasta que llegó el momento; y el club nocturno “Mi Nina”, fue el elegido por la producción para instalarse. Así fue que, previo a todo un día de publicidad callejera, esa noche relució un cartel en lo alto, confirmando: “Hoy puro erotismo, con la actuación de Boomerang”. Todos, hasta los que no solían pagar para entrar a una pieza con una musa, se los vio desde temprano hacer cola para ver de qué se trataba esto del erotismo, y cuál seria la belleza que “traían de Brasil”, según los comentarios. Hasta las chicas del prostíbulo usaron su franco para asistir a la dichosa gala que ya se veía hace un tiempo que les quitaría trabajo.
    Comenzó el espectáculo. Se apagaron las luces, subieron el volumen de la música y cambiaron violentamente la canción que sonaba. Solo se prendió un reflector apuntando al centro del escenario, salio humo azul (seguramente efecto de la iluminación), y entre las caras de ansiedad que reinaban en el silencio, apareció un tipo con frac y con un micrófono, y empezó a hablar: ¡buenas noches ladies and gentlemen! ¡ hola a todos!¡al fin llegó la noche tan esperada!¡tendremos un año con el mejor erotismo!¡atención vecinos y amigos!¡atención señores turistas!¡y… sobre todo… atención a las mujeres presentes!¡esta es la temporada de la lubricidad salvaje!¡esta es la temporada de la carne mas jugosa que se haya probado en esta zona!¡este es el momento del show…!¡directamente, y recién llegado de Río de Janeiro…!¡con ustedes… el deseo, la seducción, “el producto”!¡con ustedes… Boomerang…!
    Cambiaron otra vez la música, se prendieron luces rojas que giraban y mareaban al son del humo y la canción. Y, simulando los confines de un infierno, apareció sorpresivamente bajado por una soga el personaje tan esperado.
    El show fue más que novedoso, pero no lo suficiente para traer dos veces a los hombres (algunos volvieron…), que esperaban una mujer desnudándose. Peor aun, antes de que termine el espectáculo solo quedaban unas pocas osadas señoritas, forzadas por las chicas del cabaret (que enloquecían) a tocar a boomerang en todo su sudor. Bastaron dos semanas de show para que corriera la voz que “las señoras de estancieros se mezclaban entre las turistas para ir a Mi Nina”. Y, aunque la temporada fue larga, quedó la anecdótica historia de cuatro personajes perjudicados, en cierto modo, por el famoso espectáculo.
    Ahora les voy a contar de qué trató todo esto.

   
    BOOMERANG: el primero en discordia, “El producto”.
   
    El logró confundir a todas entre lo mágico de lo prohibido, y el miedo de quedar enviciadas y solas. Tenia la cara tatuada completamente, de una manera extraña. Visto de lejos parecía una cara diabólica, pero de cerca se daba a concluir un Cristo que cubría la totalidad de sus facciones. Un tatuaje genial. Bailaba, hasta quedar completamente desnudo, exhibiendo una escultura de roble macizo embadurnada en vaselina y sudor, que las mujeres enloquecían por dar un pellizco de dientes apretados en sus nalgas apretadas. Dejaba ver un pequeño dibujo de un yin yan entre la raja de la cola. A esto se acoplaba una gran prominencia bajo su pelvis, que las señoras desvanecían al tocar. También toda la escultura tenia, y, como es sabido, un alto precio para ciertas damas que no podían dejar de pagar para cumplir las fantasías descriptas. Se empolvaban, y levantaban las apuestas para llevárselo consigo aunque sea para lamerlo entero por un par de horas; cuando debía regresar a su nueva función, con envites consiguientes.
   
   
    CHARLOTTE: la segunda en discordia, “La libidinosa”
    Llegada la noche de los sábados, ponía su mejor escote frente al espejo, se espolvoreaba con perfume sus orejas, su cuello, su escote, y por ultimo, su entrepierna. Y en la soledad que eternamente la acompañaba, salía caminando siempre siguiendo la franja de baldosas rojas de la vereda, hasta llegar al club nocturno (ya adaptado con un farol de acrílico en forma de profiláctico, que dejaba ver la leyenda: “Hoy baila Boomerang”).
    Dicen algunos que ella era su mejor clienta (al flaquito verborrágico de atrás de la barra se le escapo un día, con una mujer que escandalizaba por no poder llevarse a boomerang, algo así como “a ella no le cobra…”). ¿Qué tendría esta mujer, aparte de la estancia, para ser agraciada por el bailarín con tamaña benevolencia…? no se, pero Charlotte solo lo conseguía una vez al mes, las otras visitas que hacía, era para verlo bailar y acariciarlo entre tantas manos que llegaban al lugar para tener aunque sea un rose por su cara. Las menos osadas besaban su cola y gritaban como si acabaran de cumplir un sueño.
    Ella lo miraba, y metía su mano por el escote, hasta dejar claramente a la transparencia de su blusa, unos pezones que parecía que haría saltar en pedazos la tela. Boomerang sabia de este espejo de seducción que Charlotte intencionaba, pero dejaba de mirarla cuando su protector empezaba a dolerle, y proseguía con su trabajo, hasta que debía marcharse con su mejor apuesta. Charlote sabía que en un par de horas volvería. Así que se sentaba a esperar el próximo show; no sin antes ir al baño a empolvarse un poco y volver a la primera mesa que encontrara su mano.
         
  
    FRANCIS: el tercero en discordia, “el caballero”.
    Con todas estas novedades que acontecían sobre Boomerang y las tantas mujeres que ya se estaban separando de sus maridos, luchando por una rebelión femenina nunca antes vista; pasado el turismo, quedaron instaladas en el lugar algunas caras nuevas, frecuentando, entre otros lugares, el mercado de ramos generales y la iglesia. Pero lo que mas llamó la atención fue este hombre humilde y rudo que se jactaba de haber venido con el espectáculo para hacer los trabajos duros de escenario. Era de muy pocas palabras y algo vergonzoso, “Francis” se hacía llamar. Los lugareños lo retaban a la pelea, casi como culpándolo de la crisis que habían provocado con sus mujeres. “¡hasta las putas están locas con ese maricón!”, le decían. El solo caminaba cabeza gacha y frecuentaba mucho la iglesia. Un día el cura párroco se negó a confesarlo porque había tenido varias quejas de las mujeres de la “Comisión Ortodoxa del Verbo Divino”. Estaba viendo menos caras en la misa. Esto lo llevó a tomar la medida con Francis. Pero el obrero le pidió de rodillas:
    –Si en su hábito está perdonar a los pecadores, hágalo conmigo, como lo hizo Jesucristo, aunque sea en secreto ¡pero hágalo por favor! –terminó suplicante.
    El sacerdote lo convocó esa misma jornada, en la siesta. Lo confesaría en la casa parroquial.
    –Bueno hijo, sin que nadie se entere -advirtió.
    Dijo que le daría la hostia también. El tipo comprendió la situación del religioso y accedió al rito secreto. En la siesta llegó con unos pastelillos de regalo para el cura. Golpeó con timidez, y de adentro se escucho que entrara por el fondo. Ya en una habitación que tenia el sacerdote para sus oraciones, le entregó el regalo, y solo recibió un “gracias, comencemos con la confesión”.
   
    No es fácil para mí recrear tremendos secretos, pero de ser parte de la comprensión de esta historia, es necesario detallar cada paso declarado ante los oídos del representante de Dios:

    -la paz sea contigo –comenzó el clérigo.
    -y con tu espíritu –contestó el hombre con la mirada al piso.
    -¿qué tienes para decirme, hijo?
    -soy un pecador padre, hay algo en mi que no comprendo.
    -bueno, aquí estoy, hijo, dime cuan grandes son tus pecados...
    -conocí a una mujer, en el show de Boomerang.
    -¿…y que tiene de malo eso?
    -usted sabe… yo trabajo en ese lugar…
    -ya se, ya se… pero… ¿qué tiene de malo conocer a una mujer? ¡Cuantas habrás conocido!
    -si… pero esta mujer es especial… es… es de su cofradía…
    -¿Qué? Explícate mejor.
    -yo la amo y ella no quiere…
    -nadie esta obligado a amar…hijo…
    -pero es que tuve un encuentro demasiado cercano… y luego dice que no puede amarme ni venir conmigo en las giras.
    -¿pero es tu confesión la que necesitas, o solo quieres hablar de lo que debería confesar ella? Ve a tu confesión hijo.
    -tuve un encuentro muy cercano con la chica, con muchos roces. Y no hay mañana en la que no despierte pensando en ella, completamente en todas sus formas...
   –Sigues hablándome de “ella”… no quiero saber más que de tu confesión. Y además todos los hombres solemos “amanecer erectos…”
    –Sí, pero esta erección no es la normal, es por los sueños que me provocó estar… bueno, es por los sueños que tengo.
    –Los sueños no son pecados mortales, hijito…
    –Ya se, el pecado es haberles contado a los del elenco quien es y todo lo que le hice…
    –¿¡que!? ¿Y quien es…? ¡No…! ¿Qué le...? ¿Qué hiciste?
    –Bueno, así es el tema: el domingo pasado, había bebido bastante. A la hora que yo me acuesto, ella venia por la vereda, estaba solo, en la puerta de Mi Nina, y se acercó a saludarme, luego dijo que venía a misa…
    –¿Qué tiene de malo un saludo…?
    –Es que me dio un beso en la boca… y yo, bebido, la tome de la mano y la hice entrar. Ella se negó excusándose de la celebración, pero la forcé un poco y accedió…
    –Un momento…te dejo hablando hijo, todo sea por lavar tus pecados…sigue, te escucho.
    –La llevé a la casa rodante donde duermo. Me reclamó el olor a alcohol pero seguía besándome. Yo, a esa hora, y con todas las mujeres que había visto desesperar por Boomerang, necesitaba tener sexo de verdad… tomé su mano he imité al artista deslizándola por mi cuerpo hasta llegar a mi pelvis. Ella se resistió, y volvió a recordar la misa… No la dejé seguir hablando, tapé su boca con la mía. Quiso sacar la cara pero la sostuve y pasé mi lengua por sus labios. Seguí por el cuello. Empezó a suspirar. No sacaba la mano de mi pantalón y entonces abrí el cierre de su vestido. Ella bajó el mió y buscó con su mano. Empecé a desnudarme mecánicamente y ella empezó a besarme el pecho. “no puedo, no puedo”, decía. Pero no sacaba su mano y ya estaba casi desnuda también. Me frotaba de una manera que jamás había experimentado, era toda dulzura, toda una llama encendida diciendo “no puedo, no puedo…”. Para entonces se me había pasado todo lo que podría llamarse borrachera. Estaba totalmente lucido y sin tener en cuenta mi falta de sueño. Pero en un momento dijo “¡Esperá! pasa algo…” yo no daba mas, y no me importaba que anduviera en “esos días de mujer…”, se lo aclaré. Y de repente, se arrodilló, dijo “no puedo, no debo…”. Era una discusión en medio de gemidos y lamentos, pero se bajó… “¡soy pura!”, insistió, “aunque de la boca no lo soy…” volvió a admitir… entonces siguió diciendo “porque el cura…”
    -¡basta hijo! Te pedí que hablaras solo de tú confesión… no me hables más de lo que ella hizo… y ni menciones su nombre, yo no soy de tu elenco… y aunque alguna vez fui laico, jamás develé nombres, no es correcto… así que sigue con tu pedido de perdón.
    -su boca ya estaba completamente silenciada, y, de entre la incomodidad de ese vestido largo que llevaba, cuando lo quiso sacar del todo, cayo un rosario. Automáticamente se levantó, sacudió sus rodillas, y dijo “no puedo amarte, amor”, el sacerdote me espera. Intenté retenerla, pero escapó, peinándose con sus dedos. Yo no pude salir desnudo para retenerla. Y nunca más la pude tener así... Por esto es que despierto enloquecido cada mañana, despierto pensando en la suavidad de sus labios, que me dejaron una sensación que no puedo olvidar, como si todo hubiera sido ayer… sueño… y despierto totalmente erecto…

   
    ROCIO: la cuarta, “la eterna señorita”.
   
    –Jamás dije eso, padre. Sólo fue un desliz del que estoy arrepentida, y si la memoria no me falla, usted debe perdonar mis pecados si yo me presento, sin confesar detalles, con un verdadero arrepentimiento, de corazón. No puede obligarme a narraciones si estoy verdaderamente arrepentida…
    –Si, también lo sé, pero los otros días, tuve un caso de confesión extraño…
    –¿Usted me está relacionando con ese caso, padre? ¿Cuál fue el tema del confeso…?
    –Secreto de confesión hija… solo quiero saber detalles de su pecado… digo, para dar la penitencia… usted sabe… no es lo mismo pecar de pensamiento, que de palabra, obra, u omisión… no es lo mismo…
    –Creo que cualquier pecado carnal es pecado carnal, padre. A parte, nunca digo detalles de mis faltas a los hombres. Solo con nuestro Señor, a solas. ¿O espera que me vaya a redimir a la ciudad con otro cura…?
    –No hija, pero es que coincide tanto el día y la hora…
    –¿Día y hora de qué…?
    –Del secreto de confesión que le insinué…
    –Entonces perdóneme los pecados, y vamos mañana en la siesta a hablar en la plaza, de hombre a mujer…
    –Está bien… un rosario de la aurora será su penitencia, todos los domingos de este mes. Y de ahí, a la iglesia.
    –Amén (así sea).
Y al otro día, fue testigo el lugar, solo atravesándolo en cinco minutos, de lo que conversaron con el padre Juan.
    –¿Que pasó ayer en la confesión Rocío…? la noté nerviosa…
    –Para nada padre Juan…
    –Para mucho diría yo…
    –Usted me conoce Juan…
    –Si. Pero… uno nunca termina de conocer a una mujer… y… usted es mujer…
    –¡Qué novedad! Ja ja ja, me río de su descubrimiento… como si usted no fuera bien hombre…
    –si, claro, pero el otro día, vino un tipo de los que trabaja en la comedia esta que apareció, Boomerang… o como se llame la obra, pero me dio mala espina, porque confesó algo extraño, con una chica que venía a misa de ocho… no puedo decirle más…
    –Claro, seguro que soy la única que viene a misa de ocho… aunque usted me hace venir a las siete ¿con quien se confiesa usted, padre…?
    –¿por qué me pregunta eso? ¿Qué tiene que ver?
    –porque es pecado el abuso de poder. Hacerme venir a las siete…
    –y… tiene que preparar la misa… es de mi absoluta confianza…
    –Y secreto… diría… pero claro, es que conmigo sí hay “secreto de confesión” pero… ¿sabe qué?
    –No me lo digas…
    –Si lo digo… lo amo pero usted sabe que no puedo amarlo…


CUATRO DESEOS EN DISCORDIA

    Boomerang esa noche decidió no actuar. Se lavó el tatuaje falso de su cara para salir a cenar, luego de muchos sábados de trabajo, con Charlotte.
    Rocío tomó la decisión. Ya no le importaba nada, más que su corazón y el latido insostenible de su estómago. Francis la esperó temprano en su casa rodante, ya que la función se había suspendido. Ella, como nunca, salió muy vestida para la ocasión.
    Charlotte se empolvó y lanzó su mejor beso al espejo, como ensayando lo que le haría a su envaselinado amante. Salió caminando por la fila de mosaicos rojos.
    Cenaron. Ella también, como nunca, salió muy vestida para la ocasión.
    Luego se besaron compulsivamente, sobre la alfombra roja de la casa rodante de Boomerang. Y como poniendo, en un lado de la balanza el amor, y del otro lado lo carnal, sintió que su lengua necesitaba el sabor de una piel amada. No llevaba vaselina más que en su bolsillo. En el aire solo reinaba el deseo y la locura del sabor a lo prohibido. Ella fue esta vez la que recorrió, dejando una línea mojada, toda la estructura de roble macizo que tenía entre sus manos; llegó a su pelvis y la enjugó. Cuando alcanzó con sus labios la parte más ardiente, él sostuvo su cabeza con un blanquecino suspiro, entonces preguntó:
    –¿y el cura…?
    –Lo mandaron a Sudáfrica: acoso.
    –¿vos lo hiciste…?
    –Y… a las hermanas nos creen -respondió desesperada.       


jueves, 19 de agosto de 2010

GRITOS MUDOS A OIDOS SORDOS, “GUACHOS”. UNA VOZ QUE DESNUDA LA INDIFERENCIA.

Lucas Atencio se prepara para el lanzamiento de su primer libro “Guachos” De la mano de Almaz Ediciones, el libro de cuentos llegará en octubre a todas las librerías del país.

Buenos Aires, 17 de agosto de 2010.- Relatos misteriosos, intrigas, engaños, y la cuota justa de locura hacen de “Guachos” un libro que desafía los límites establecidos, movilizando al lector hacia dimensiones imprevistas que lo atrapan y no lo sueltan.

“Guachos” es un libro de cuentos, una crónica negra, una denuncia y un grito desgarrado de los que tienen callada su voz.
Sus veintidós cuentos escritos en lenguaje cotidiano, describen situaciones extremas, sus personajes tiernos y duros, la compleja trama social y psicológica, sumada a la indiferencia y desamor que lastima y nos muestra una realidad de aquellos que sobreviven en el filo de un espacio marginal.: “A vos Carucha, que no soportaste la agonía de andar sin un rumbo. Oh…la bronca que debes haber tenido cuando dabas patadas al aire, mientras te decidías irte a vivir a donde dicen no se sufre…y te fuiste sin saber por qué ni quién fue el que te trajo al mundo agónico de papas…
–Si yo hubiera tenido padre y madre todo habría sido diferente - me decía el Carucha.”

“Guachos”, se para frente al lector con la valentía de contar no para convencer, no para agradar, sino para que su decir sea la queja que no calla porque callar es encubrir, cuando se trata de ocultar.

Mientras se prepara el lanzamiento del libro para mediados de octubre, el novel escritor fue invitado a participar en la XI Feria Internacional Del Libro en Costa Rica, evento que tendrá lugar del 28 de agosto al 5 de septiembre de 2010 en la capital de dicho país.

Vale destacar que en abril, Lucas Atencio fue convocado para integrar la antología de cuentos cortos en Bialet Massé (Córdoba, Argentina). Libro integrado por escritores de todo el país. Además, estuvo presente en la 36.ª Feria internacional del libro en Buenos Aires, donde dialogó con los lectores sobre sus cuentos y vida profesional.

ACERCA DE LUCAS ATENCIO:
Escritor Sanjuanino, nacido en 1974, en Valle Fértil: un pueblo serrano situado a 255 km de la ciudad. Comenzó a trabajar desde muy chico, fue motivo por el que nunca pudo terminar sus estudios. Aunque desde niño un vigoroso lector. Empezó a escribir sus primeros textos como poeta. Esto lo llevó a trazar dos libros inéditos: “El Crisma” y “Poesías rurales”. Luego de diez años de perfeccionamiento decide comenzar su carrera como escritor. Así es que en el año 2010, publica “Guachos”, su primer libro de cuentos. Actualmente trabaja en su segunda obra de narrativa.

domingo, 15 de agosto de 2010

DÉJAME POETIZARTE

Deja que mi poesía ahora sea para vos,
Y demuéstrame que te puedo decir para siempre,
Dejame recorrer tus rincones más claros
De la oscuridad que arrastran nuestras vidas...

Y si me das el espacio y la dimensión
Que me merezco
Poetizándote,
Yo te daré cada línea de mi existir,
Te alzaré hasta donde te mereces
Por lo que no te merecieron.

Deja que mi poesía ahora sea tuya,
Y que sea yo
Solo el instrumento de tus manos
Para describirte
En cuerpo y alma.

Dejame al fin, creer que puedo
Saber de alguien que tatuará en su corazón
Mis poemas:
Las odas que solo puede inspirar lo que es
Hoy mi sentir,

Las odas para transcurrir tu cuerpo y el tiempo,
Que agobiado ya de tormentos,
Se trasladarán al ser que me inspiró,
Ese ser que hoy puedo llamarlo posible,
Dentro de las imposibilidades
Que están adentro, muy adentro
De mí...

LUCAS ATENCIO.

LA ALEGRÍA DE AHÍ

Tus lágrimas
Se transformarán en la dulce parte
De la especie que agradece
La melancolía de vivir feliz...



Porque si yo espero que no te asuste
La ausencia de amor,
Te comerá entonces la ausencia
Del nocturno que desespera
Por el calor
En tus pies.



Y sujeta a tu alma está un ser que te pone loca
Por las noches
Que suplicas ternura...
Y esperas...


Por mí o por la persona que te de ese calor,
Que caliente tus piesecitos
Y tu corazoncito de papel...

Papel de envolver, como para esperar otro amor,
Que te haga estallar de amor.


Y mi sentir de la dura
Vida que se viene,
Se aclara, como algo que es
La diferencia de saber
Que ninguna duda podrá desarmar nada


De lo que se arme
En esta situación, de la duda
Que no es una basura,
Sino un reciclado
De lo que pudo ser
Y no fue...


LUCAS ATENCIO.

viernes, 13 de agosto de 2010

GUACHOS, es un libro que debe leerse con signos de admiración y de preguntas, porque se aleja del perfume de las flores invisibles, de la levedad para construir historias distintas, movilizar con planteos fuertes, que acuden a friccionar historias de vidas y sus relaciones con el contexto social y psicológico.
El autor comprendió que ser escritor es comprometer la palabra con responsabilidad, para lo que tiene el temperamento y la perseverancia.


GUACHOS, se para frente al lector con la valentía de contar no para convencer, no para agradar, sino para que su decir sea la queja que no calla porque callar es encubrir, cuando se trata de ocultar. Deja que ese decir hable sobre los inesperados circuitos de la imaginación o de la vida, aunque a veces parezcan demenciales.


Ilda Edith Cabrera
Escritora